Sin lugar a dudas que uno de los mayores méritos de la casa surcoreana Samsung en el ámbito de su negocio, ha sido atraerse al riesgo, asumirlo, en caso de error y finalmente salir airosa, ya sea con un producto maduro o bien con el aprendizaje de mejorar la ingeniería de sus dispositivos, como fue el caso de las bsterias que explotaron en sus modelos Sasmung Note 7 de 2016.
No recuerdo ni a Apple ni a ninguna otra firma tecnnológica pudiendo disculpas públicas o una investigación abierta e independiente.
Por ello, cuando en su primera partida de plegables, cuando nadie daba un dólar por el concepto, Samsung se la jugó, se volvió a equivocar, retiro del mercado las unidades con fallos, devolvió el dinero a quienes lo pidieron, se tomó su tiempo y meses después presentaba en gloria y majestad un producto mejorado el cual ahora, pasados los años y aquilatando experiencia, nos presenta su cuarta generación.
Galaxy a secas, sin Z, para hacer su denominación más simple y ofrecer mejoras de un concepto del cual Samusng es tan dueña como Apple de su concepto de iPhone.
Ahora Samsung tiene dos productos plegables, para todos los gustos y bolsillos, no necesariamente grandes, rimbombantes en cuanto a protuberancias de cámaras, pero con todo lo que se necesita para ofrecer un poducto que ha evolucionado y que con sus Fold y Flip 4 ya no se menciona revolución… sino que del evolución.