Con la entrada en vigencia de las restricciones adicionales, desde el martes 16 de septiembre pasado, muchas firmas tecnológicas del mundo y también de China, se han mostrado muy cautas en seguir haciendo negocios con Huawei, y para evitarse represalias, han preferido dejar de ser proveedores de la firma asiática.
Ya se han sabido que Samsung Display y LG Display se abstendrán de suministrar pantallas, pese a que hay licencias solicitadas, así como proveedores de insumos chinos, que prefieren no seguir el mismo camino de Huawei y quedar en compás de espera, asi como lo ha determinado la gigante japonesa Sony, empresa que durante 2019 generó negocios con Huawei por casi US$10 mil millones y que ahora quedarán en stand by.
Del mismo modo, es importante consignar que Huawei tiene un trabajo de co -ingeniería con la alemana Leica, pero está orientado a software, por lo que la casa china tendrá que buscar opciones en el corto plazo, sumando nuevos desafíos para encontrar proveedores que no tengan problemas eventuales con EE.UU
Sony ha recortado sus planes de inversión para los tres próximos años en unos US$600 millones por concepto de ventas de sensores que Huawei usa en diversos teléfonos de sus líneas y que alcanzó a suministrar para el próximo Huawei Mate 40 Pro y si bien la casa japonesa ha solicitado una licencia al Departamento de Comercio de EE.UU, quedará a merced de lo que la administración determine, donde no existe una sola línea, pues a Google se le ha negado, pero sin embargo Intel obtuvo una licencia hace unos días atrás.
A raíz de no poder hacer negocios con Huawei, la firma Sony tendrá que vender sensores a otros fabricantes, de los cuales ya atiende a Apple, Xiaomi, OnePlus, Oppo, Vivo y Motorola, pero ante la incertidumbre, buscará desarrollar sensores para una gama más amplia de aplicaciones, incluyendo automóviles y maquinaria industrial, en lugar de depender tanto de los dispositivos móviles.
El tema de las imposiciones de EE.UU son catalogadas de «peso pesado» pues a quienes las infringen, se les prohibirá la importación de software y tecnología estadounidense cubierta por las regulaciones de exportación, ya sea de los EE.UU y multas millonarias.