Mario Romero, Editor de TransMedia.c.- En algunos colegios de Chile, no necesariamente privados, se usa el iPad como reemplazante de libros y guías como parte de la enseñanza escolar, y ad portas de un nuevo año de vuelta al colegio, es bueno situar en contexto las ventajas que el uso de este dispositivo representa, tomando en cuenta los enormes recursos que el Estado invierte cada año entregando notebooks tradicionales a chicos de escasos recursos.
La mejor experiencia es la que pude apreciar en California y Florida, donde los estudiantes de colegios públicos, salvo honrosas excepciones, cuentan con su iPad como principal herramienta para trabajar, también hay ChromeBooks de Google o de otros ensambladores, pero el problema que enfrentan, siendo un notebook basado en la nube, es el hecho de su sistema operativo ChrormeOS, que adapta las apps de Android y no siempre bien logradas.
Colegio Municipal de Quinta Normal que usa Chromebooks
El tema de fondo, y clave en todo esto es precisamente lo relacionado con las aplicaciones, y cada Estado cuenta con sus propias mallas de enseñanza, bajo una estructura base compartida pero adaptable, por tanto, los accesos a apps en un iPad, directamente de la App Store, son en su mayoría libros que previamente se han acordado con pagos menores o gratis, pues son subvencionados por cada gobierno local.
Adicionalmente hay opciones de teclado y lápiz para el desarrollo cognitivo de los escolares
La inversión inicial es compartida entre el colegio y el estudiante, donde los iPads se pueden adquirir a menor precio que de mercado, facilitando el acceso a tener uno, eliminando libros, guías y muchos papeles.
Acá debemos desprendernos de etiquetas que solo los escolares de colegios caros pueden usarlos, pues existen varias escuelas públicas o municipales que también han probado esta opción y con buenos resultados, tomando en cuenta que un notebook es aún pesado, hay que destinar más espacio en la mochila y se presta inevitablemente para su mal uso.
No promuevo el uso exclusivo de iPads, sino del concepto, pero salvo algunas tablets Samsung de gama media alta, podrían ofrecer más y con lápiz en mano, terminar de una vez con ese oscuro negocio de las editoriales que arman libros a precios que resultan una verdadera ofensa a los chilenos, y que deja muchas dudas respecto no solo de su aporte, sino de la transparencia del proceso.
Si el Estado se gasta millones de dólares en papel, y con muchos intermediarios lobbistas, es momento de que empecemos a hacer las cosas de manera correcta, dejando el papel de lado, más aún cuando las nuevas generaciones están inmersas en ellas, nacieron y han crecido bajo el concepto del touch.