Mario Romero.- Con el arribo de procesos de fabricación de chips cada vez más poderosos pero también delgados, pueden surgir partidas falladas, en todo el sistema de «prueba-error».
Ello cuesta millones no solo al que fabrica, sino también al que compra, por lo tanto, los inversionistas están atentos a cómo evolucionan.
Es por ello, que no ha dejado indiferente a los mercados, el hecho que la taiwanesa TSMC el mayor fabricante de chips en el mundo, ha dado un paso sin precedentes para respaldar la próxima serie de iPhone 15 Pro de Apple.
Antes del lanzamiento del muy anticipado chip A17 Bionic, se informa que TSMC no le cobrará a Apple los costos asociados con los chips defectuosos de 3nm, una medida que podría ahorrarle a Apple miles de millones de dólares.
TSMC ha optado por hacer una concesión única a Apple, su socio desde hace mucho tiempo.
Se rumorea que la escala del pedido de Apple para el chip A17 Bionic ha brindado a TSMC una valiosa oportunidad para acelerar su curva de aprendizaje y mejorar el proceso de producción.
A medida que TSMC refina su fabricación de chips de 3 nm, se espera que surjan otros clientes que busquen esta tecnología avanzada.
Esto podría permitir que TSMC eventualmente exija precios más altos a estos clientes y vuelva a cobrar por los chips defectuosos, una vez que se resuelvan los problemas de producción y rendimiento.
El analista Ming-Chi Kuo, sin embargo, ofrece una perspectiva diferente de la situación, pues señala que la relación de Apple con TSMC es distinta.
Apple busca constantemente los servicios de producción de nodos más recientes y avanzados de TSMC, reconociendo que la producción en etapa inicial de tales chips de vanguardia tiende a generar una mayor cantidad de unidades defectuosas.
A diferencia de la mayoría de los clientes que compran lotes de obleas y pasan por alto el costo de los chips defectuosos debido a los rendimientos confiables de TSMC, Apple opta por una compra de productos terminados.
TSMC incorpora el costo de los chips defectuosos en el precio de venta de cada chip terminado, lo que lleva a un aumento incremental en el costo de los nuevos procesadores utilizados en los iPhone a lo largo de los años.